» TESTIMONIO

P. Israel: «Gracias por entregar tu corazón por amor a la humanidad»

A muchos sacerdotes les alienta a seguir en su ministerio saber que hay personas buenas con las cuales todos ellos pueden contar. Para el padre Israel una de ellas es Juanita. Es una señora que le dio mucha fortaleza y como él dice es una mujer de mucha fe. Juanita fue una mujer de una comunidad indígena que desgraciadamente perdió a su familia y a su esposo. Solamente se quedó con un hijo discapacitado y otro con síndrome de down.

«Una mujer que cada ocho días, misa tras misa, no podía faltar. Siempre le decía: ‘¿Juanita por qué vienes a misa si tus hijos también te necesitan?’ Y ella lo único que me decía: ‘Padre solo vengo a agradecerle a Dios porque me sigue permitiendo que mis hijos estén vivos y que yo todavía los pueda ver'».

› «Una mujer pobre económicamente, pero rica en un espíritu»

En muchas zonas viven miles de católicos que viven dispersos y son asistidos por muy pocos sacerdotes que no viven allí y tienen que viajar largas horas por caminos peligrosos para celebrar le Eucaristía. Es por ello que una de las principales necesidades es disponer de más sacerdotes que puedan administrar los sacramentos y asistir pastoralmente a estas poblaciones.

«Juanita desgraciadamente falleció y ella es la que me sigue motivando a mí a seguir peleando y luchando por mi gente. Y, por eso, sé que en el mundo hay mucha gente buena. La mejor ayuda es animarnos a nosotros como sacerdotes a seguir ejerciendo nuestro ejercicio ministerial no solamente como un servicio, sino como un acto de amor, un sacrificio de corazón que tenemos que realizar a toda nuestra gente».

› «Por amor a la Iglesia de Cristo y a la humanidad»

Sostener a un sacerdote o un misionero es sostener a una comunidad. Con ellos, la comunidad no sólo crece en el ámbito espiritual, sino en la promoción de su educación, sanidad, igualdad y defensa de sus derechos.

«Juanita es la que me sigue animando. Otras personas que me siguen motivando mucho en esto es mi familia: mis papás y mis hermanos, que son una pieza fundamental. Son los que sostienen mi sacerdocio junto a la gente que está a mi alrededor, la gente que colabora con todo tipo de ayuda, tanto material como espiritual.

Que Dios bendiga todo lo que hacen por el bien de la Iglesia: sus oraciones, sus donativos, pero sobre todo el haber entregado su corazón por amor a la Iglesia de Cristo y por amor a la humanidad».

Tú puedes ayudar a miles de sacerdotes necesitados. Tus intenciones de Misa son su sustento.

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