Obispo de Pemba, Mozambique: «No quedan más que escombros»
Mons. António Juliasse visita las comunidades asoladas por los terroristas islamistas y agradece a ACN el apoyo brindado a la Iglesia local
ACN, Paulo Aido.– “Como pastor de la diócesis siento un gran dolor por no poder visitar a todos los cristianos, debido a la falta de seguridad. En cuanto los líderes cristianos locales me comunicaron, a través de los sacerdotes, que ya era posible desplazarse a algunas regiones, partí inmediatamente, y fui acogido calurosamente, en un ambiente de alegría y esperanza”, ha dicho el obispo de Pemba, en el norte de Mozambique, después de su reciente visita a varias comunidades atacadas por terroristas islamistas en los últimos años. En un mensaje enviado a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Mons. António Juliasse describe la alegría de los fieles con motivo de su visita pastoral, pero también expresa su profundo dolor en todos estos años por no haber podido reunirse más a menudo con estas comunidades.
Junto a los cristianos atacados
El obispo ha logrado visitar las comunidades de Nangololo, Litingina, Imbuho, Chilinde y Mueda, todas ellas afectadas muy gravemente desde 2017 por ataques de milicias islamistas que han jurado lealtad al Estado Islámico (EI). Se estima que la insurgencia terrorista -que ha castigado sobre todo a la provincia de Cabo Delgado, en el extremo norte de Mozambique, donde se encuentra la diócesis de Pemba- ha provocado alrededor de 5.000 muertes en estos años y el desplazamiento de hasta un millón de personas.
“Logramos celebrar la misa y administrar el sacramento de la confirmación en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Nangololo, que celebrará su centenario en noviembre de este año. Esta parroquia, que ha sido un centro de evangelización en el norte de mi diócesis, fue en un principio fundada por misioneros monfortianos, pero, desde entonces, han pasado a atenderla otros misioneros y el clero diocesano”, ha contado el obispo.
Celebrando la Misa entre escombros
Además del templo, la misión en Nangololo contaba con aulas de una escuela, una clínica, una emisora de radio, centros de formación y un pozo, pero a raíz de un ataque de los terroristas en 2020, casi todo quedó destruido. Por tanto, los fieles se reunieron con el obispo en las ruinas de la misión para celebrar misa. “En todos los lugares celebramos así la misa, a la intemperie, entre las ruinas de las iglesias destruidas y vandalizadas, como en Nangololo”, continúa contando Mons. Juliasse “Resulta muy doloroso ver las ruinas de edificios que durante tanto tiempo fueron expresión de la fe de la gente. Ahora no quedan de ellos mucho más que escombros”.
A raíz de la insurgencia en todas partes reina un ambiente de miedo e incertidumbre respecto al futuro y también un grave problema de hambruna, explica el obispo: “Sigue habiendo mucho sufrimiento. Mucha gente está viviendo en campos de desplazados, aunque con menos ayuda humanitaria hoy en día. Sin seguridad, la gente tiene miedo a salir a cultivar sus terrenos, que a menudo están a varios kilómetros de los pueblos, pues temen ser atacados, y eso significa que las cosechas son exiguas, lo que conduce al hambre, porque la gente no produce suficientes alimentos, y también porque los demás servicios no funcionan bien. Así que la situación sigue siendo muy complicada”, ha explicado a ACN.
Fuertes en fe
No obstante, la esperanza prevalece. “Gracias a la fe en Dios y a la esperanza de que un día esta guerra termine estas personas logran soportar su sufrimiento”, afirma Mons. Juliasse. “Mi experiencia durante esta visita ha sido reconfortante porque, a pesar de las grandes dificultades que atraviesa la gente, son fuertes en la fe, y el Señor los ha bendecido con su Gracia. Incluso en su gran pobreza, son muy generosos entre ellos”, destaca el obispo. “Dada su situación, no esperaba ningún tipo de colecta, pero me obsequiaron con muchos productos como expresión de un rebaño que acoge a su pastor y quiere compartir con él lo poco que tiene. Eso me conmovió profundamente”.
ACN lleva muchos años apoyando a la Iglesia de Pemba y Mozambique. Los proyectos incluyen financiación de combustible y apoyo económico para los sacerdotes, asistencia a los desplazados por el conflicto, ayuda al sustento de 60 religiosas y 17 sacerdotes, así como a la formación de 48 seminaristas y apoyo espiritual a las víctimas del terrorismo. La fundación también ha contribuido a financiar y producir programas de radio, que son un medio crucial de evangelización en este contexto de guerra y terrorismo. “Estoy muy agradecido a todos los que nos apoyan y nos ayudan a estar cerca de la gente”, asegura el obispo en su mensaje. “Ayuda a la Iglesia Necesitada ayuda a nuestros sacerdotes a prestar apoyo espiritual a los que sufren, y por ello quiero dar las gracias a todos los que contribuyen y lo hacen posible. ¡Mil gracias!”, concluye.