De izquierda a derecha los 4 nuevos beatos: el hermano Vittorio Faccin; y los sacerdotes Luigi Carrara, Albert Joubert y Giovanni Didonè | Crédito: Vatican News
20 agosto 2024

Cuatro misioneros mártires del Congo son proclamados beatos

El cardenal Ambongo, arzobispo de Kinshasa, ha presidido la ceremonia en el cementerio de la catedral de San Pablo en Uvira, este del país

ACN.El pasado domingo 18 de agosto, han sido beatificados 4 mártires en la República Democrática del Congo: 3 misioneros javerianos italianos y 1 sacerdote congoleño. Después del rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha dirigido unas palabras sobre la beatificación de los sacerdotes misioneros javerianos Luigi Carrara, Giovanni Didoné y el hermano Vittorio Faccin, junto con el presbítero Albert Joubert, asesinados en el país africano el 28 de noviembre de 1964.

Su martirio ha sido la coronación de una vida dedicada al Señor y a los hermanos. Que su ejemplo e intercesión puedan favorecer caminos de reconciliación y de paz por el bien del pueblo congolés. ¡Un aplauso para los nuevos beatos!”, exclamó el Papa.

La ceremonia de beatificación

El Cardenal Fridolin Ambongo Besungu, Arzobispo de Kinshasa (capital de Rep. Democrática del Congo), presidió la Misa de beatificación en la plaza frente a la Catedral de San Pablo en Uvira.

Según informa Vatican News, concelebraron la Eucaristía el obispo de Uvira, Mons. Sébastien-Joseph Muyengo, el Nuncio Apostólico en la República Democrática del Congo, Mons. Mitja Leskovar, el Superior General de los Misioneros Javerianos, P. Fernando García; y el postulador de la causa de beatificación de los mártires, P. Faustino Turco.

Dios no abandona a sus servidores

“Al declarar oficialmente beata a una persona, como ocurre hoy la Iglesia reconoce y confiesa que la muerte física no ha vencido y que Dios no ha abandonado a sus servidores”, indicó el Cardenal Ambongo en su homilía; en la que resaltó que “los mártires no caen del cielo. Tampoco son seres extraordinarios, sino cristianos como tú y como yo”. La única diferencia, precisó, es que vivieron su fe de manera excepcional, “mostrando fidelidad a Dios y a su palabra, en un ambiente a veces hostil”.

El purpurado destacó que los nuevos mártires vivieron en medio de la rebelión de la década de 1960. Habiendo podido salir del país para ponerse a salvo de la persecución, los cuatro prefirieron “dar testimonio de su fraternidad evangélica permaneciendo junto a sus fieles de Fizi y Baraka, hasta el derramamiento de sangre”.

“Estoy convencido de que la sangre de nuestros beatos mártires nos obtendrá el don de la paz «, continuó el cardenal que exclamó: “¡Basta de violencia! ¡Basta de barbaridades! ¡Basta de matanzas y muertes en suelo congoleño! ¡Y en la subregión de los Grandes Lagos! La violencia y las guerras son fruto de la irreflexión”. Tras señalar que las guerras “son obra del diablo y de sus acólitos que siembran desolación y muerte”, el purpurado invitó a la vía del diálogo y la negociación para resolver los conflictos actuales en la región, siguiendo el ejemplo de estos mártires del Congo.

El martirio de los nuevos beatos

En 1960 la República Democrática del Congo logró su independencia tras 60 años de dominación belga. En 1963 y tras la ejecución del primer ministro, Patrice Lumumba, volvió al país Pierre Mulele, que había sido ministro de gobierno de Lumumba y que llegaba tras haber sido adoctrinado en China.

Sus guerrilleros profesaban la religión tradicional de ritos tribales y animistas; y estaban convencidos de que la Iglesia Católica y los políticos congoleños pro occidente eran el enemigo, por lo que saquearon lugares de culto y profanaron sagrarios en diversos lugares; además de cometer crímenes atroces, alentados por los chamanes locales.

En ese clima profundamente anticatólico y antirreligioso, los cuatro mártires decidieron quedarse para evangelizar a los congoleños, mientras que otros muchos dejaban el país, explica Vatican News en francés.

“Prefiero morir junto a mi hermano”

A las 2 de la tarde del 28 de noviembre de 1964, un jeep militar se estacionó ante la parroquia del Inmaculado Corazón de Jesús en Baraka. En el auto estaba uno de los líderes rebeldes, Abedi Masanga, quien pidió al hermano Vittorio Faccin que subiera al jeep. El misionero se negó y fue asesinado. Al oír las balas, el P. Luigi Carrara salió de la iglesia y le ordenaron subir al jeep, pero al hermano Vittorio muerto, se arrodilló y le dijo a Masanga: “Si quieres matarme, prefiero morir junto a mi hermano”. El líder rebelde lo mató sin miramientos.

Los cuerpos de los dos misioneros fueron desmembrados. Masanga se dirigió entonces a Fizi y, por la noche, fue a la parroquia de los misioneros donde asesinó a los padres Giovanni y Albert. El hermano Vittorio Faccin, tenía 30 años. Se dedicó especialmente de los enfermos. El P. Luigi Carrara, de 31 años, se caracterizó por su valentía y su profunda fe y, en Baraka, se dedicó a la educación y al acompañamiento espiritual.

El P. Giovanni tenía 34 años, “se distinguió por su incansable servicio y su amor por los más necesitados. En Fizi fue un pilar de referencia para muchos y también un guía espiritual”, indica Vatican News en francés. El P. Albert Joubert trabajó en varias diócesis y decidió luego colaborar en Fizi, “siempre dispuesto a afrontar las adversidades, su principal actividad fue la pastoral escolar”, indica el medio del Vaticano. Esta es la segunda beatificación en la República Democrática del Congo, después de la de 1985, de la hermana Marie-Clémentine Anuarite Nengapeta, asesinada el 1 de diciembre de 1964, tres días después de la muerte de los cuatro nuevos mártires.

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