Seminaristas de La Guaira durante un momento de estudio. (ACN)
14 enero 2020

¿Cómo se vive en los seminarios y entre las vocaciones el hambre, el éxodo y el acoso en Venezuela?

Los seminaristas de la diócesis de La Guaira necesitan apoyo para continuar con sus estudios y que ninguno de ellos abandone por falta de medios

ACN.- La Iglesia en Venezuela no sólo está sufriendo acoso y persecución sino que además sufre las mismas carencias y sufrimientos que el resto de venezolanos, que ven como la pobreza, el hambre y la inseguridad está afectando a millones de personas y obligando a otros tantos a dejar el país.

Este hecho se nota también en la pastoral vocacional, en los seminarios y en los jóvenes que se forman para ser los futuros sacerdotes que necesita Venezuela. Así lo atestigua el hasta hace nada rector del seminario de San Pedro Apóstol de La Guaira, Ricardo Aldo Barreto Cairo, y recientemente nombrado obispo auxiliar de Caracas.

Las dificultades que se viven en los seminarios de Venezuela

El seminario es el corazón de la diócesis y conscientes de que el futuro de la Iglesia pasa por él, instituciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada están ayudando en el sostenimiento de esta obra y de los propios seminaristas para intentar paliar la complicada situación nacional.

La situación afecta desde punto de vista vocacional, muchos seminaristas han tenido que abandonar para tener que irse fuera del país o  también dentro para trabajar y ayudar a sus familias. Hay toda una serie de aspectos que han ido mermando la funcionalidad del seminario, carencias en términos de alimentación, servicios básicos esenciales que se han ido reduciendo, pero que ha sido imagen de lo que sufre y vive el pueblo fiel”, explica el hasta ahora rector, indicando que el seminario sigue adelante en estos momentos gracias a la ayuda que llega desde el exterior, como por ejemplo la de ACN.

La marcha de una generación de futuros líderes católicos

Ricardo Aldo Barreto señala en el futuro vocacional de Venezuela hay varios factores a tener muy en cuenta en este momento. “En primer lugar –afirma- la emigración hace que muchos jóvenes que podrían estar discerniendo su vocación, jóvenes de nuestras parroquias, líderes de pastoral juvenil, etcétera, se hayan marchado. Esto es un hueco generacional que deberíamos contar con ellos para la diócesis y que ya no los tenemos”.

Sin embargo, el nuevo obispo recalca que debido precisamente a esta situación “los jóvenes que se han quedado, precisamente por la experiencia dramática que han tenido les ha hecho estar más concienciados, y vemos jóvenes con la idea de dar su vida por los demás, empiezan a ver que el país les necesita y de una manera especial, no sólo a través de un compromiso político o profesional, sino también espiritual”.

«Una crisis moral y espiritual»

En su opinión, “la crisis de Venezuela es una crisis moral y espiritual, que subyace en todos los problemas que tenemos. Muchos jóvenes entienden esto y ven a la Iglesia como referente para el futuro. Surgen muchos en otro ambiente quizá no se hubiesen planteado la vocación, y muchos jóvenes se acercan y dicen ‘cuenten conmigo’”.

Uno de los jóvenes que se preparan en este seminario para ser sacerdote es Emmanuel Rangel, de 24 años. Este joven es consciente de todos los sacrificios que hay que hacer en este momento para ser seminarista pero también de la Providencia y como personas de todo el mundo le están ayudando para que pueda ser un sacerdote entregado a la obra de Cristo en Venezuela.

«Llevar la Palabra a aquellos que lo necesitan»

Emmanuel asegura que sintió la llamada tras una convivencia vocacional donde se vio inmerso “en un profundo cuestionamiento de la llamada de Cristo, porque veía que hace mucha falta llevar la Palabra de Dios a aquellas personas que lo necesitan. Aquí en Venezuela he podido comprobar una decadencia espiritual y hambre de Dios, y es por eso que decidí seguirlo”.

Aunque principio, asegura este seminarista- todo este proceso fue un poco contradictorio. Se preguntaba: “¿cómo puedo yo seguir a Dios si muchas veces no tengo las herramientas necesarias, si muchas veces, no sabía cómo orar o dirigirme a Dios, si no sabía muchas cosas de la Iglesia?”.

Entre las Fuerzas Armadas y el seminario

Tampoco en su familia fue muy bien recibida la decisión de ser seminarista. “Mi madre se puso muy contenta, ella es catequista desde hace 20 años. Mi padre no quería y mis amigos me decían que estaba loco porque yo estaba en la universidad estudiando Periodismo y me decían: ‘¿cómo vas a dejar la carrera ahora para ser cura?’. Al principio me costó, pero mi madre consiguió convencer a mi padre y ya todo fue mejor”, relata este joven de 24 años.

Por otro lado, Emmanuel revela que antes de la llamada vocacional él quería terminar su carrera, “pero también tenía pensado ingresar en las Fuerzas Armadas. Ahora cuando veo la situación y la problemática aquí en Venezuela veo la diferencia de haber escogido el camino de las armas y un camino de guerra o un camino hacia Dios. Estos dos son polos opuestos, decidí dar ese sí y estoy en el camino correcto. No voy a destruir a las familias y a las personas sino que voy a seguir aportando, a construir, a seguir hacia adelante, a seguir ese camino del amor que es Cristo”.

Situaciones complicadas en el día a día

Este joven asegura que “en el seminario a veces estamos como en una cúpula, pero salimos, vemos la realidad, vemos a nuestras familias que la están pasando difícil, como a veces tiene qué comer y otras veces no. Voy a veces a mi diócesis o a las misiones, y me he encontrado con personas armadas, que no sabía si me iban a hacer daño, y momentos fuertes que se viven en la pastoral. El seminario da la apertura a esto y cuál es el mensaje que quiero dar: cuando uno está en ese camino con Dios, uno se aleja de todo mal, cuando uno encuentra a Dios y busca a Dios de todo corazón, también va dejando muchas cosas atrás como el egoísmo, la desesperación, la desesperanza, dejarse uno mismo para empezar a amar a las demás personas”.

Por ello, Emmanuel agradece iniciativas como la campaña Yo contigo, Venezuela de Ayuda a la Iglesia Necesitada. “Quiero dar las gracias porque nos ayudan a nosotros, pero también a otras muchas personas que tienen puestas sus esperanzas en nosotros. Nos dicen siempre: ‘necesitamos sacerdotes’, ‘necesitamos una ayuda, a alguien que nos guíe’. Quería dar las gracias por eso, porque nos dan esas herramientas necesarias, porque sin esa ayuda para la alimentación, para la formación no podríamos hacer gran cosa. Se lo agradezco de todo corazón, qué Dios les pague mil veces más”.

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