P. Hugo Alaniz en una calle de Alepo. (Foto: SOS Cristianos en Siria)
24 septiembre 2020

Alepo, la combates han acabado, pero «ahora estamos peor que hace dos años»

› Entrevista al P. Hugo Alaniz, del Instituto del Verbo Encarnado, desde Alepo para el programa «Perseguidos pero no olvidados» de Radio María

ACN.- Siria sigue sumida en una guerra enquistada que va ya por su décimo año de conflicto. La nueva crisis por la pandemia del coronavirus supone un duro golpe para una sociedad destruida no solo por la violencia, sino también por el bloqueo económico que sufre el país por las sanciones internacionales. El día a día de las personas en ciudades como Alepo se ha vuelto cada vez más difícil, a pesar de que hace meses que no hay combates en la zona. 

El padre Hugo Alaniz, sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), atiende la parroquia de la Asunción, en Alepo. Desde allí habla con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) sobre la situación actual ante la emergencia del coronavirus, durante una entrevista en el programa «Perseguidos pero no olvidados» de Radio María.

¿Qué tal estás? ¿Cómo se encuentra vuestra comunidad del IVE en Alepo?

Estamos bien, tanto la comunidad de religiosos como la comunidad de fieles. Seguimos sobreviviendo, aquí en Alepo, por decirlo de algún modo.

¿Cómo ha cambiado vuestra misión a raíz de la nueva emergencia por el coronavirus?

Nuestra misión ha cambiado muchísimo. Aquí la pandemia empezó dos meses más tarde en relación a los países de alrededor, pero sigue afectando mucho. Hemos tenido que adaptarnos a las restricciones del gobierno y de la Iglesia, aunque no han sido tan estrictas como en otras partes del mundo. Aquí la gente está obligada a salir a trabajar para buscar algo para comer, así que no ha habido toque de queda como en otros países, pero sí hemos tratado en nuestras iglesias de evitar reuniones, para evitar el riesgo de contagio.

Después de más de nueve años de guerra, ¿cuál es el pensamiento de la gente sobre el final de este conflicto y más ahora con esta nueva pandemia?

En Alepo desde hace varios meses ya no tenemos combates. Pero el país sigue sufriendo, hay zonas que siguen en poder de los rebeldes islamistas, en el noroeste. Lo que más le preocupa a la gente es que la economía está muerta: no hay trabajo, los sueldos son muy bajos, el futuro del país es incierto, los jóvenes no ven esperanza. Desde junio se han aplicado más sanciones a Siria, ya no se puede importar ni exportar nada. Tenemos comida, pero faltan muchas cosas. Por ejemplo, repuestos para coches, o ciertas medicinas, aquí es imposible conseguirlas. 

Las necesidades de las personas parece que siguen siendo las mismas, ¿el fin de los combates en vuestra zona no ha traído mejores condiciones de vida?

Hace dos años la gente pensaba que su situación iba a mejorar porque los conflictos más grandes de la guerra habían terminados. Pero han pasado todos estos meses y ahora estamos peor que hace dos o tres años, por la situación económica. Muchos dicen que cuando había guerra, gracias a las ayudas que se daban, estaban más tranquilos. Ahora esas ayudas han disminuido porque lamentablemente muchas instituciones al haber terminado los conflictos piensan que los problemas en Siria ya han pasado. La gente necesita en el día a día alimentos, medicamentos, etc. La semana que viene empiezan el colegio, la mayoría de los niños de mi parroquia no tienen ni calzado, así que menos todavía para lo esencial para ir al colegio. Hoy hasta los hijos de médicos e ingenieros pasan muchas dificultades. Pero creo que la necesidad más importante es tener un espíritu fuerte.

¿Y qué necesidades más importantes sigue teniendo la Iglesia?

Nosotros estamos cerca de la gente, así que sin duda lo que pedimos para la gente también es lo que necesitamos como Iglesia. Necesitamos esa presencia de Dios en nuestras vidas, seguir fuertes en estos momentos de nuevas pruebas que Dios pone a nuestra comunidad.  Seguimos tratando de apoyar a la gente en sus necesidades sociales y espirituales. Por gracia de Dios, he tenido la oportunidad de visitar a ancianos y enfermos en sus casas, muchos de ellos no son recibidos en los hospitales porque están saturados. Me encuentro con casos de personas santas, me impresiona cómo experimentan ellos la presencia de Dios en sus vidas. Creo que lo que necesita la Iglesia de Siria son oraciones para que cada uno de nosotros pueda seguir siendo una luz para los demás. 

¿Siguen volviendo las familias que se marcharon de Alepo? ¿Qué haría falta para que más personas regresaran y la comunidad cristiana volviera a ser más fuerte?

Muchas familias siguen volviendo, sí. La situación dramática en Líbano, que atraviesa una fuerte crisis económica desde octubre de 2019, ha hecho que muchos jóvenes y familias hayan regresado. Llegan en unas condiciones muy difíciles, imagínate cómo tiene que estar un joven que decide regresar a Siria, sabiendo que obligatoriamente tiene que servir durante 8 años en el ejército, arriesgando su vida. Muchos habían huido del país por esto. Ahora están prefiriendo volver. Estamos tratando de ayudar a estos jóvenes o a sus familias, porque ellos eran el sostén, los que enviaban ayuda desde fuera. Muchos están volviendo y eso da esperanzas para una comunidad más fuerte. Pero no es solamente alegrarnos por las familias que vuelven, sino también es ayudarlos para que puedan tener una vida digna. 

Un último mensaje para los oyentes del programa «Perseguidos pero no olvidados» de Radio María España

Lo más importante es sentir la cercanía de nuestros hermanos en la fe en tantas partes del mundo. Por eso el nombre de vuestro programa es muy bonito. Pedimos que nos recordéis siempre, que nos recordéis en vuestras oraciones. Esto nos da mucha alegría. También en nuestra pequeña comunidad de la Iglesia de la Anunciación en Alepo oramos por las intenciones de todos vosotros. Pedimos para que el amor de Dios y la presencia de Dios sea cada vez más fuerte. 

Campaña de emergencia por el Covid19

Ayuda a la Iglesia Necesitada ha lanzado una nueva campaña de ayuda a la Iglesia en apoyo a la emergencia del coronavirus, con el título «Las víctimas invisibles de la pandemia». La fundación pontificia se pone al servicio de sacerdotes, religiosas, religiosos y obispos para socorrer las principales necesidades frente a la pandemia, sin que se frene la misión de anunciar el Evangelio.

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