La hermana Sabila Pekala, en el Centro Social Santa Isabel de Hungría de Járkov. (ACN)
27 mayo 2020

Madres, hermanas e hijas que son la esperanza frente al coronavirus: las religiosas necesitan con urgencia ayuda

Ucrania, Cuba o Burkina Faso: centenares de consagradas en todo el mundo dan su vida por los más necesitados, pero ellas también necesitan apoyo urgente para sobrevivir

ACN, Josué Villalón.- Miles de religiosas en todos el mundo están entregándose por completo a las personas más afectadas por la nueva crisis del coronavirus. Atienden a enfermos, visitan las casas de las familias más pobres, proveen de alimentos y medicamentos, además de continuar su labor pastoral en la evangelización y la oración por el mundo. Desde diversos países, donde ya se vivían situaciones extremas antes del coronavirus, ahora se solicita ayuda urgente para la subsistencia de comunidades religiosas de vida activa y contemplativa, pues los pocos recursos disponibles se están empleando en atender lo más urgente debido a la pandemia.

En Járkov, al este de Ucrania, se vivió hace pocos años uno de los episodios más violentos de los enfrentamiento entre el ejército ucraniano y los separatistas prorrusos. Una guerra olvidada de Europa, que aún no ha terminado pese al alto el fuego, y que ha dejado hasta el momento más de 10.000 muertos, miles de heridos y desplazados. “Estoy sirviendo en Járkov, la mayor parte de mi ministerio concierne al Centro Social de Santa Isabel de Hungría de Cáritas, donde atiendo la enfermería 5 días a la semana y recibido a personas en necesidad como ancianos, familias, discapacitados y personas sin hogar, algunos de ellos refugiados de la guerra”, comenta la hermana Sabila Pekala, de la congregación de las Pequeñas Misioneras Hermanas de la Misericordia. 

Estar con la gente y dar esperanza

En la actualidad la hermana Sabila ha redoblado su trabajo para atender las consultas por coronavirus: “Ayudamos a los que vienen y les explicamos qué hacer para evitar infectarse. También repartimos mascarillas por toda la diócesis de Járkov, con la ayuda de otras religiosas y de voluntarios. Lo más importante es estar con las personas y darles esperanza”.  La hermana Sabila es una de las 46 religiosas que está apoyando actualmente la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), con 26.000 euros, en la diócesis católica-latina de Járkov-Zaporiyia, que abarca todo el este del país, en una extensión que supone la mitad de España. Sin lo mínimo para poder vivir y sostener a las congregaciones religiosas, éstas tendrían que marcharse abandonando una misión fundamental, ahora más que nunca.

La Iglesia católica en Ucrania supone solo el 10% de la población, y los recursos de los que dispone son muy pocos, además ahora por la pandemia del coronavirus se ha limitado el movimiento de personas y las iglesias han tenido que cerrar, por lo que no pueden contar ni con los pequeños ingresos de la aportación de los fieles en las Misas. Una situación similar a la de Cuba, donde las religiosas tienen que hacer frente a una situación generalizada de pobreza, con salarios muy reducidos, falta de alimentos y medicamentos, y la falta de atención sanitaria. 

Mayor compromiso con los vulnerables de Cuba

Las religiosas de la Congregación de las Hermanas Sociales, fundada en Hungría y presente en la isla desde 1951, hacen todo lo posible para cuidar a los ancianos enfermos y más vulnerables. Visitan a diario a muchos en sus casas, escuchando sus preocupaciones, y rezando con ellos tratando de acercarles a Dios. Les llevan alimentos y medicinas, y con ellos el consuelo y un espíritu de esperanza cristiana que desafían la sensación de soledad y desesperación. “Hoy frente a esta pandemia que deja tanto dolor, nos sentimos fuertemente comprometidas con nuestra gente. Buscamos los medios para continuar como Iglesia y como comunidad cerca de los más vulnerables”, afirma a ACN Berglis Marína, de las Hermanas Sociales.

“Durante varios años, en nuestro trabajo pastoral, el cuidado de los ancianos y las personas sin hogar ha sido una prioridad. Debido a las restricciones que esta enfermedad nos impone, las hermanas que trabajan en este campo están buscando formas de no abandonar este segmento de la población. Para esto, algunas hermanas llevan comida a sus hogares, otras van a la parroquia donde han creado las condiciones para que las personas que no tienen casa puedan bañarse, cambiarse de ropa y comer”. Estas religiosas ahora solicitan 7.600 euros para la subsistencia de 19 hermanas repartidas en las tres comunidades que tienen en La Habana, Camaguey y Santiago de Cuba. En esta última ciudad además se encargan del cuidado del Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.

Entre el COVID-19 y el terrorismo, pero sin abandonar su misión

La atención pastoral en algunas partes del norte de Burkina Faso se ha tenido que detener por completo debido a los crecientes ataques yihadistas que desde 2019 amenazan la región, con especial violencia contra los cristianos. Varios sacerdotes y laicos han sido asesinados, y decenas de parroquias han sufrido ataques, provocando el desplazamiento ya de cerca de 1 millón de personas. Pese a esto, la Iglesia no ha parado de atender a los más necesitados, independientemente de su religión. Los cristianos son muy activos en el campo de la sanidad y la educación, donde las religiosas desempeñan un papel fundamental. Ahora la irrupción del coronavirus supone un nuevo reto.

Un ejemplo es la Congregación de las Hermanas de Notre-Dame du Lac en Bam, perteneciente a la Diócesis de Ouahigouya, al norte de Burkina Faso, epicentro de los desplazamientos forzados por el terrorismo. El carisma de las hermanas es anunciar la Buena Noticia a los más pobres. Se ubican principalmente en áreas rurales donde la población está más privada de apoyo espiritual y social. A través de diversas actividades pastorales y sociales, contribuyen a defender la dignidad y los derechos de las mujeres y a liberar a los jóvenes de las limitaciones sociales culturales.

A pesar de la inseguridad y la pandemia, las Hermanas de Notre Dame du Lac hacen visitas a las familias para ayudarlas a sobrellevar el virus y para que conozcan las prácticas de higiene, los alientan a usar mascarillas y los invitan a respetar el confinamiento y evitar reuniones. Mientras respetan las precauciones de distanciamiento social, las hermanas continúan la misión de Cristo llevando la Sagrada Comunión a ciertas personas mayores. Sor Thérèse Kaboré, superiora general de la congregación asegura: “Algunas de nuestras comunidades permanecen confinadas pero están unidas a la Iglesia y al mundo entero por la intensidad de su oración personal y comunitaria”. Para ayudar a estas religiosas a cuidar a las comunidades más vulnerables, ACN se compromete a proporcionar una ayuda de existencia para cada una de las 105 monjas de la congregación. En total la ayuda ofrecida es de 19.300 €.

Desde otras diócesis y congregaciones en el país también se está solicitando apoyo, como por ejemplo el sostenimiento de 36 religiosas de la diócesis burkinesa de Fada-N’Gourma, muchas de ellas enfermeras, que están visitando a las familias y los ancianos más vulnerables. Se ha prometido su subsistencia con 20.000 euros. Todos estos proyectos de ACN forman parte de la nueva campaña de emergencia por COVID-19 “Ayúdales a continuar”.

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