¿Tienes 1 minuto para rezar por ellos?

Oración al Sagrado Corazón de Jesús por los sacerdotes

Recemos por los sacerdotes en los países donde están expuestos a esas sombrías situaciones. Unámonos en su oración, porque son ellos quienes guían y fortalecen nuestra fe, haciendo que Dios esté vivamente presente en nuestras vidas.

Oración por los sacerdotes al Sagrado Corazón de Jesús

«Señor Jesús, Pastor Supremo de tu rebaño, te rogamos que, por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de Tus sacerdotes.

Acoge de manera especial a los que dan la vida por los más vulnerables en tantos países de pobreza y necesidad.

A los secuestrados, torturados  y perseguidos por su fidelidad a Ti, dales la fuerza que necesitan  para no caer en la desesperanza y para que, “al pie de la Cruz, sean lámpara de luz y en sus manos den el Pan de Vida”.

Otorga a todos tus pastores  el firme deseo de alcanzar la santidad.

Unidos a tu Corazón y al Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo.

Amén»

Ayúdanos compartiendo este contenido en tus redes sociales

¿Te unes y enciendes una vela?

421

Velas encendidas

421

Velas encendidas

Al unirte a esta campaña de oración por los sacerdotes te haremos llegar una estampa digital con esta oración en PDF.

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: ORIGEN Y PROMESAS

La difusión de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús se debe a santa Margarita de Alacoque a quien Jesús se le apareció con estas palabras: «Mira este corazón mío, que a pesar de consumirse en amor abrasador por los hombres, no recibe de los cristianos otra cosa que sacrilegio, desprecio, indiferencia e ingratitud, aún en el mismo sacramento de mi amor. Pero lo que traspasa mi Corazón más desgarradamente es que estos insultos los recibo de personas consagradas especialmente a mi servicio.»

He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita, y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:

1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

2. Pondré paz en sus familias.

9. Les consolaré en sus penas.

4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.

5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.

6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.

7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.

8. Las almas tibias se volverán fervorosas.

9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.

10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.

11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.

12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.

Las condiciones para ganar esta gracia son tres:

1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.

2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.

3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.

“Los animo a rezar por los sacerdotes […] para que a través de su oración el Señor los fortalezca en su vocación, los conforte en su ministerio y sean siempre ministros de la Alegría del Evangelio para todas las gentes”.

Papa Francisco

Recemos esta oración por los sacerdotes.

Oración para después de cada una de las comuniones de los nueve primeros viernes al Sagrado Corazón de Jesús:

Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos: acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.

Jaculatoria. Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón de Jesús.